Kano explico que en el desarrollo del aprendizaje del Judo, el shiai no era un fin en si mismo, sino un método mas para llegar a la perfección. Así hizo hincapié en que el randori es el 80%, las katas un 20% y el shiai un 10%. Y estas tres proporciones corrían paralelas a los tres principios de la cultura, el principio físico, el mental y el moral. A su vez el camino del Judo empezaba absorbiendo lo que se denomina kihon, reservado a los iniciados (actualmente kius), para pasar al estado de henka (combinaciones) reservadas para desarrollar la base (actualmente danes). Así tan simple iba de uno hacia el otro, pero siempre con su judogui y sobre el tatami. El aspecto mental y moral crecía paralelamente a esto. Pero siempre en contacto con el elemento que lo distinguía, el Judo sobre el tatami. Así surgieron buenos practicantes, buenos transmisores del Judo, algunos de ellos verdaderos artistas marciales. Cada uno tenia sus propias características que lo diferenciaban de los demás. Pero todos tenían un elemento y una característica que los fundía en una sola expresión del deporte. El Judo los unía en la practica sobre el tatami. Esa era una filosofía, una forma de vida que los mismos hombres construían. Construían una realidad, en una época determinada. El hombre construye su propia realidad, aunque esa no sea la realidad atada a los verdaderos valores de un deporte. Hoy esa realidad toma cuerpo empujada desde las instituciones y la debilidad del hombre hace que se aleje día a día de su esencia. Así se desvirtúan los valores que la construyen, y esa nueva realidad es aceptada por todos como algo real, aunque alejen los verdaderos valores de un deporte. Kano apuntaba a que la practica sea acompañada por la coronación del intelecto y el establecimiento de las virtudes humanas. La popularidad y la falta de control hace que se cometan acciones imprudentes. Debemos seguir haciendo grandes esfuerzos para establecer otra realidad ya que estas distintas apreciaciones o interpretaciones, indudablemente han bajado la calidad de nuestro deporte. Pero en esta sociedad que va tan rápido como un osoto gari o un mae geri, como conseguimos transmitir valores. Los verdaderos valores que enseña nuestro deporte están dados en la relación gentil con el uke. Su cuidado durante los arrojes. Allí arranca este largo camino que va de la mano con la pertenencia institucional y del sensei que guía. Que extraño sentimiento hace que nuestra realidad se apoye en lo intelectual. El Judo inicialmente es trabajo. Esa suma de trabajo luego se transformara en algunos casos en maestría deportiva. Este orden cronológico hace que en lo individual el tiempo nos transforme en artistas marciales. Otros grupos tendrán la virtud de transmitir esos conocimientos y su maestría se reflejara en el nivel de sus alumnos. El desarrollo institucional de nuestro deporte hace grandes esfuerzos por alinear estos tres pilares en que se apoyo Kano para desarrollar nuestro deporte. Pero ese tercer pilar es inherente al hombre, a su deber ser. Así luego de acceder al grado debe volver al dojo junto a sus pares. Allí seguramente estará reflejada la verdadera graduación. Por eso Kano siempre habla de aprendizaje y deja para los hombres la nivelación de los grados, es decir el tercer pilar, el moral. Ese es su verdadero mensaje cargado de libertad. Cada país luego buscara su destino y según como nivele sus pilares de desarrollo, encontrara su futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario